jueves, 28 de mayo de 2015

Semanas mágicas

Y lo estoy diciendo desde lo más profundo de mi inocencia, ¿eh?

Esa misma ingenuidad que me hace creer en la magia de verdad y que ahora mismo se encuentra bailando con alegría porque todavía no puede creer — tampoco yo — esa increíble sucesión de momentos tremendamente imposibles que se han ido entrelazando desde que han comenzado este par de semanas tan...


E x t r a o r d i n a r i a s
 o  m á g i c a s.


Todavía soy incapaz de encontrar una definición justa.




Desde el dieciocho hasta hoy. No he podido sentirme más alegre.

lunes, 18 de mayo de 2015

Ninna nanna, ninna oh...

Ninna nanna, ninna oh...

Guarda fuori come piove.

Ninna nanna, ninna oh...

Amore mio non te ne andare.

Ninna nanna, ninna oh...

Si lo so che giá mattino.

Ninna nana, ninna oh...

Resta qui stammi vicinó.


Mariangela » Ninna nanna







Tu lo sai, questo mi basta.

O eso le gustaba decirse a sí misma en voz baja, para que nadie más supiera su secreto, mientras sus pequeños dedos se aferraban al mango de aquella espada como su endeble corazón lo hacia a sus promesas del pasado.

Era una esperanza loca.

Pero quería creer que seguía sabiendo.

Que siempre lo sabría. Y eso bastaba.

sábado, 16 de mayo de 2015

Mirando cara a cara al abandono

No tenía en mente dedicar este viernes, ya sábado, por la noche a publicar una entrada.

¿Qué puede ser tan importante, entonces, como para hacer que me conecte a Internet de madrugada y obligarme a redactar esto, haciendo uso del portátil de mi pareja? Ahora mismo, que podría estar haciendo cientos de cosas a su lado — desde acompañarlo en su eterno desconsuelo jugando a Alien Isolation hasta intentar echarle una mano mientras trata de arreglar su ordenador — y tomo la extraña decisión de gastar algunos de esos minutos aquí, tecleando a toda velocidad.

Con el pecho encogido, completamente absorta en una emoción que hacia tiempo que no sentía.


Porque, ¿alguna vez habéis mirado cara a cara al abandono?

Todo ha empezado como usualmente suelen comenzar nuestros viernes juntos; después de una siesta que no había planeado, mi chico y yo quisimos sacarle partido a las horas más frescas de la tarde para que nuestro cachorrito especial no sufriera la ola de calor que ahora mismo parece estar arrasando la península.

Aunque Ron nos ha demostrado en muchas ocasiones que no tenemos por qué tener ese tipo de concesiones con él, ya que pertenece a una raza que soporta bastante bien el calor, sigue siendo un cachorro de tres meses al que me gusta consentir en todas esas pequeñas cosas que pueda darle... Y, siendo sincera, a veces no puede aguantar la emoción que le produce la hora de sus paseos porque esa adrenalina que acumula durante el tiempo que está en casa puede estallar en forma de divertidas carreras o los juguetones ladridos que le lanza a otros perros, reclamando atención y mucha fiesta,

Pero hoy toda esa alegría desbordante de mi pequeño ángel a cuatro patas ha tenido que esperar porque un desalmado, hijo de la gran puta, ha tenido la fantástica idea de que dejar que un cachorro de apenas dos meses de vida saltara por la ventanilla de un coche en marcha a la jodida carretera que hay detrás de mi casa (dónde no se respetan, por norma general, las normas básicas de circulación) para poder dejar a ese bebé a merced de...

¿De qué? No puedo dejar de cuestionarme mientras miro esa foto que os he dejado ahí.

A ese pequeño que estaba bebiendo agua de los charcos que se forman bajo los troncos de los árboles y que arrastraba una cadena veinte veces más grande que él, a ese indefenso bebé que se ha comido el pienso para cachorros que le hemos ofrecido con unas ganas que no veía desde que mi Ron llegó a casa y a ese dulce que se ha quedado entre mis brazos todo el tiempo, hasta que lo hemos tenido que dejar en una jaula.

Lo hemos llamado Seifer — mejor dicho, mi novio me ha dado el honor de nombrar a su rescatado con el mismo nombre que quería usar yo para Ron porque pensó que le traería suerte, ya que significa victorioso, y sabemos que de una manera u otra acabará saboreando el premio tan dulce al que todos esos animales abandonados aspiran desde detrás de los barrotes de sus jaulas, las mallas metálicas de sus cheniles o la fría libertad que proporciona el abrigo de la calle...

Un lugar al que llamar hogar.

Dónde tenga una persona especial que se encargue de proporcionarle su millón de cariños diarios para recordarle que ahí es muy querido, que nadie planea tirarlo por la ventana porque no es un capricho sino un deseo hecho realidad que están dispuestos a asumir con todas sus consecuencias.

Alguien que invierta su tiempo en enseñarle con paciencia qué es lo que debe y no debe hacer, por qué no puede secuestrar la camiseta azul que siempre usa su dueño para dormir hasta su cesta cuando pasa un par de horas fuera de casa, y que premie todos y cada uno de sus avances con mucha alegría, con esas chuches que seguramente tanto le van a gustar y con sonrisas de puro orgullo.

Gente que le demuestre esa cara amable de nuestra especie que todavía desconoce.

Y a su verdugo quiero dedicarle unas cuantas palabras que seguramente caerán en saco roto, no sólo porque no las va a leer, sino porque aunque lo hiciera se quedaría dormido con la conciencia de lo más tranquila: eres un hijo de la grandísima puta, y te lo estoy diciendo con la boca llena pese a que insultar convierte en inválidos todos mis argumentos, pero no conozco palabras educadas para definir a un asesino de mierda como tú.

No te deseo la muerte porque sería un final demasiado rápido para un cabrón que ha querido hacer sufrir a su responsabilidad, a su mascota, así que me limito a pedir para un pedazo de basura como tú el mismo destino agónico, doloroso, que esos animales reciben en la carretera... Porque aquellos que no tienen la — ¡fíjate bien en lo que digo! — suerte de ser ejecutados instantáneamente bajo las ruedas de un coche acaban falleciendo, horas después, entre dolores terribles y seguramente desangrándose.

Hay algunos que sobreviven, pero rara vez corren la suerte de nuestro pequeño Seifer y acaban siendo obligados, por las circunstancias o por un hijo de puta como tú, a tener que aprender a caminar otra vez porque han perdido alguna de sus patitas o arrastrando cualquier otro tipo de problema del que , los inconscientes, poco humanos y cobardes como , no se harán cargo.

Así que espero ese castigo equivalente.

No creo que te queden ganas de abandonar a otro más en la carretera si te amputan las piernas.

Y si alguno de los que lee este blog conoce a una persona de Málaga o alrededores que esté dispuesta a adoptar a este pequeño pedazo de cielo, por favor, pronunciaos en la zona de comentarios porque, aunque tenemos la corazonada de que lo van a adoptar pronto, queremos ser partícipes de que ese proceso se acelere.




De verdad, que desahogo más grande.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Cartas a nadie



Hoy es una de esas eternas madrugadas en las que acabo perdiéndome conmigo misma entre enlaces — de esos traicioneros, que te hacen vagabundear de un lugar a otro hasta que olvidas qué estabas buscando — y pensamientos nostálgicos hasta que el amanecer acaba por encontrarme tumbada sobre mi cama, con mis pensamientos galopando como caballos fuera de control y un nudo de palabras en la garganta, porque tengo demasiado que decir a gente que no quiere (o no necesita) escuchar a una persona tan...

...Sustituible...

O llorona.

En resumen: a mí.

Y he llegado a la conclusión de que mi voz es la culpable del escaso número de personas que me escuchan — ¡todo porque es pequeña como un ratón! Tan esquiva como uno de esos animales cuando me encuentro frente a un amplio grupo de personas y tímida, sobre todo, cuando llega la hora de mostrar lo que siento a aquellos que me rodean (sean o no seres queridos).

Es como una irónica maldición cuando considero que soy buena escribiendo.

¿Por qué no intentar, entonces, expresarme mediante cartas?

De éste modo tan curioso nace Cartas a Nadie, un proyecto personal que he querido comenzar gracias a la inspiración que he encontrado en deviantART y que consiste en redactar cincuenta cartas dedicadas a cincuenta personas que encajen con las premisas que han sido asignadas para cada día, aunque no me atrevo a que sea un reto diario porque me conozco, y no lo acabaría.



Día 1: Una carta a ti misma.
Día 2: Una carta a tus padres.
Día 3: Una carta a tu mejor amigo.
Día 4: Una carta a una persona secreta.
Día 5: Una carta a tu enamorado o pareja.
Día 6: Una carta a alguien que necesita apoyo.
Día 7: Una carta a un extraño.
Día 8: Una carta a un familiar.
Día 9: Una carta a tu enemigo.
Día 10: Una carta a alguien que ha fallecido.
Día 11: Una carta a un personaje de videojuego.
Día 12: Una carta a tu OC favorito.
Día 13: Una carta al pasado.
Día 14: Una carta al futuro.
Día 15: Una carta a Dios.
Día 16: Una carta a alguien que quieres perdonar.
Día 17: Una carta a alguien que quieres olvidar.
Día 18: Una carta a un amigo perdido.
Día 19: Una carta a tus sueños.
Día 20: Una carta a la Vida.
Día 21: Una carta a la Muerte.
Día 22: Una carta a alguien que te inspire.
Día 23: Una carta a alguien que quieras.
Día 24: Una carta a alguien que odies.
Día 25: Una carta de algo que nunca llegaste a decir,
Día 26: Una carta a una mascota.
Día 27: Una carta a tus pensamientos.
Día 28: Una carta a un profesor.
Día 29: Una carta a tu ex.
Día 30: Una carta a alguien que quieras conocer.
Día 31: Una carta a alguien que te haya cambiado la vida.
Día 32: Una carta para disculparse.
Día 33: Una carta a alguien que te moleste.
Día 34: Una carta a tu sombra.
Día 35: Una carta a tu yo masculino / femenino.
Día 36: Una carta a la persona que te gustaría ser.
Día 37: Una carta a la persona que no te gustaría ser.
Día 38: Una carta a una persona de otro país.
Día 39: Una carta a una persona que te ve como ejemplo a seguir.
Día 40: Una carta a tu futuro marido.
Día 41: Una carta a tu hijo.
Día 42: Una carta para que la leas en el futuro.
Día 43: Una carta acerca de tu día.
Día 44: Una carta al Gobierno.
Día 45: Una carta a la Religión.
Día 46: Una carta a la Ciencia.
Día 47: Una carta a la persona que más te ha hecho llorar.
Día 48: Una carta a una persona con la que no has vuelto a hablar.
Día 49: Una carta para tu héroe.
Día 50: Una carta que nunca quisiste escribir.



Es largo, y seguramente muchas de esas cartas no tengan más de siete u ocho líneas mal contadas-

Pero en estos últimos tiempos he tenido la necesidad de hablar con Nadie.

lunes, 11 de mayo de 2015

¡Móvil nuevo, juegos nuevos!

¡POR FIN HE CONSEGUIDO UN MÓVIL EN CONDICIONES!

Con todos mis respetos hacia Mochi, el recién jubilado, quién se las ha ingeniado de manera asombrosa para servirme a trompicones durante tres tortuosos años en los que sus constantes cuelgues, detenciones forzadas y alguna que otra complicada historia más — con mis monumentales enfados respecto a ellos — han sido el pan de cada día.

Pero ya iba siendo hora de actualizarme un poco gracias a WhatssAPP — una aplicación que nunca me ha gustado en absoluto, aunque he acabado añadiéndola a mi repertorio porque mis amigos, en su enorme mayoría, usan ésta antes que mi querido Line... — y, por supuesto, empezando a jugar a auténticas chorradas con mi novio y unos amigos suyos.

Algo que contaré en entradas futuras.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Tu primer mes a nuestro lado.

Todavía tengo mucho que hacer con éste blog, y creo que se nota.

El diseño actual no es en absoluto feo — las flores son un elemento decorativo que siempre me ha gustado, aunque nunca más que mis estrellas, y el suave color anaranjado que escogí para el título me recuerda a uno de esos bonitos atardeceres que muchas veces veo en verano...

Pero eso no quiere decir que sea lo que tengo en mente para mi blog.

Aunque he de admitir que por lo menos me gusta lo suficiente como para que continúe haciendo su función durante unos cuantos días más, apañando una presentación más o menos atractiva hasta que por fin encuentre la manera de plasmar lo que algunos ya saben que tengo en la cabeza respecto al diseño final que quiero que tenga este sitio.

La verdad es que también soy bastante consciente de que una temática tan primaveral como la que tengo en este momento desentona demasiado con un lugar en el que pretendo hablar de cielos inmensos, y apuesto lo que sea a que muchos de vosotros me daréis la razón.




Por el momento no he encontrado nada que me convenza completamente, pese a que ya he hecho algún que otro experimento que me ha salido un poco rana por no contar con los medios suficientes, pero cuando he visto el seis de mayo marcado en la pantalla de mi teléfono móvil no he podido evitar pensar que tenía que contárselo al mundo: hace un mes que puedo decir con la boca bien llena que él es mío.


Su nombre es Ron — no por Weasley como muchos me han preguntado, sino por la bebida alcohólica — y es un precioso ejemplar de ratonero bodeguero andaluz que conocimos mi pareja y yo durante la primera visita (completamente improvisada) que ambos hacíamos a la Protectora de Animales de nuestra ciudad, ya que mi madre había considerado que ya era hora de darme lo que tanto buscaba: una mascota.

Creo que puedo hablar en nombre de los dos cuando digo que esperábamos un espectáculo deleznable de animales viviendo enjaulados en unas pésimas condiciones, pero mi sorpresa fue tremenda cuando las puertas de la Protectora se abrieron para darnos paso a un lugar que no sólo transmitía un sentimiento de esperanza, sino dónde había un montón de perrazos enormes sueltos, buscando con sus hocicos el cariño de una mano humana (visitante o voluntario) para que le diera su amor.

Quiero mentir diciendo que era un lugar alegre sólo porque me gustaría que lo fuera, ¿sabéis? Cuando eres consciente de que muchos animales de los que están en ese lugar han vivido experiencias terribles, no puedes decir eso porque es un insulto a los supervivientes de abandono o maltrato...

Por eso creo que es más adecuado usar la palabra esperanza.

Porque era lo que había.

Las voluntarias que nos atendieron a nosotros en todo momento sonreían esperanzadas al pensar que uno de esos supervivientes había encontrado un hogar en dónde iba a recibir atenciones y cariños como se merecía desde que nació, mientras que una muchacha rubia se deshacía en lágrimas sosteniendo a unos pequeños cachorros de semanas que había encontrado abandonados, con la esperanza de que vinieran las personas que había contactado para que se hicieran cargo de ellos.

Hablo únicamente de los humanos porque los animales siempre merecen un párrafo aparte, quizás porque ellos son los que más esperanzas tienen mientras esperan o porque esperan tener esperanza, aunque suene a trabalenguas. Sé de lo que hablo porque un enorme perro viejo, cansado y negro, se estremeció de gusto bajo la mano de mi novio cuando le regaló una suave caricia y me lo confirma el hecho de que tuvimos a ese pequeño — sí, porque todos son pequeños, son cachorros, son hermosos — pegado a nuestros talones hasta que nos fuimos.

Tenemos unos cachorros de bodeguero que son preciosos” nos comentó la primera voluntaria que nos atendió mientras nos llevaba a la zona en la que estaban, y la seguimos mientras yo trataba de hacer memoria en qué tipo de raza podría ser aquella.

No la conocía y no me importó.

Porque cuando supe que ese par de pequeños que se acurrucaban en una esquina de la jaula mientras intentaban mantenerse a salvo, lejos de nosotros, habían sido abandonados junto a su hermana Tónica — que ya había sido adoptada — un frío mes de invierno en la puerta de la Protectora, llenos de parásitos y seguramente muertos de hambre, me dio exactamente igual que hubiera expresado anteriormente mis ganas de tener un beagle, o que mi madre prefiriera un yorkshire como Luna, que es la perra de mi tío.

Supe que éramos el uno para el otro.

Mi madre fue bastante más escéptica que yo respecto a la adopción cuando conoció a mi pequeño príncipe debido a que no estábamos seguras del tamaño que alcanzará cuando sea mayor, quizás porque ese es el trabajo de una madre con sus retoños más descerebrados o porque simplemente ella ha sido tsundere desde que me alcanza la memoria (lo cual me ayuda a saber de dónde lo heredé yo).

Ahora no sabemos lo que haríamos sin él.

Y no voy a redactar una novela rosa como muchas otras personas hacen porque ha sido una experiencia bastante dura para mí en la que he deseado tirar la toalla como nunca antes me había pasado, porque tenía la sensación de que la situación estaba sobrepasándome en todo momento — aunque gracias a la ayuda de mi novio, que es más bueno que un cacho de pan recubierto con azúcar glas y a una madre que no me la merezco (ella tampoco a mí, pero funcionamos de esa manera y nos va bien) he conseguido mantenerme más o menos firme.

Porque en ocasiones tengo una cantidad monumental de estrés encima y Ron no es capaz de entender por sí mismo qué puede o no puede hacer — y, mi cariño, por más que te fascinen los cargadores de los teléfonos móviles, ¡no se muerden! Tampoco tu correa de paseo, ni los almohadones, ni... — o no es capaz de comprender que, por muchas ganas que tenga él de jugar, las cuatro de la mañana sigue sin ser una hora razonable para hacerlo.

Y he tenido inseguridad a raudales acerca de lo que me iba pasando con ese adorable desastre de cuatro patas y un adorable lunar en la frente, porque a mí eso de persona dispuesta a comerse el mundo no me ha quedado bien como etiqueta, soy más una que está de paso, y eso de convertirme en una heroína para alguien que a duras penas tiene conciencia de lo que hemos hecho por él, no sé, me hace sentir demasiado grande, muchísimo más importante, de lo que realmente creo merecer.


¿Cómo puedo no querer a mi experto depredador de flamencos de peluche?

lunes, 4 de mayo de 2015

En un momento, en un santiamén...

...como ha cambiado  t o d o,
parece que fue ayer...

En un momento,
en un santiamén,
ahora parezco otro:
yo ya no soy aquel.



Papá Topo » En un momento





Y — como claramente dice la canción — en un momento, en un santiamén, he creado un nuevo blog.

Más que nada porque no encontraba la manera de ponerme a explicar qué ha sido de mí desde junio del 2013 en un obsoleto Reach into de Sky que debería haber sido borrado (para acabar con la vergüenza que me producen algunas de sus entradas...) pero que continúa en la red.

Supongo que no me he atrevido a hacerlo porque me da pena, muchísima, que todas esas memorias acaben por desaparecer en la inmensidad de... De lo que sea, porque nunca me he planteado dónde acaban las entradas de sitios web como éste, pero que ahora acaba de convertirse en una cosa más que añadir a mi lista de preguntas tontas que hacer a gente lista.

Puede que acaben en Suiza (?)




No me apetece tener un blog que acabe siendo una imitación barata de lo que era mi anterior espacio personal porque, sinceramente, no quiero volver a convertirme en esclava de actualizaciones semanales que me auto-imponía para actualizar de vez en cuando pese a lo mucho que me agobiaba hacerlo, ni caer en el error de que mi nuevo cielo carente de estrellas se convierta en un desierto sumido en la oscuridad de mi silencio.

Pero me encantaría conservar ese punto personal que siempre he creído que tenían mis actualizaciones anteriores — ya sabéis, algo como la marca de la casa que toda persona lleva dentro y que nos hace especiales.

Quiero escribir acerca de las mil cosas que me gustan: hoy una entrada acerca de ese anime que tenía tantas ganas de ver o aquel manga que deseaba poder leer, mañana puede que hable de un videojuego que adoro desde siempre o que acabo de conocer y pasado encontraréis un poco de mi arte (en forma de dibujo, de escrito o quizás fotografía) o alguna vivencia personal que me apetezca compartir porque ha sido excesivamente loca, divertida, sorprendente, dulce, enriquecedora, traumática, triste o porque me apetece, que el blog es mío, lechugas.

No sé. Creo que puedo.




Aquellos que tienen la cuestionable suerte de conocerme, ¿qué os puedo decir que sea nuevo? Simplemente me quiero interpretar a mí misma en estado puro, a ese yo que conocéis mucho mejor de lo que realmente deberíais. Divertida, irascible o llorona. Si no me conoces — ¿por qué no te quedas un rato? A lo mejor encuentras interesantes mis opiniones, o te apetece leer la vida de una desconocida por un rato o quieres comentar.

No muerdo. Por ahora.


(En realidad nunca he mordido, pero a veces soy esa clase de chica que va de dura por la vida aunque sea un algodón de azúcar de corazón)