sábado, 16 de mayo de 2015

Mirando cara a cara al abandono

No tenía en mente dedicar este viernes, ya sábado, por la noche a publicar una entrada.

¿Qué puede ser tan importante, entonces, como para hacer que me conecte a Internet de madrugada y obligarme a redactar esto, haciendo uso del portátil de mi pareja? Ahora mismo, que podría estar haciendo cientos de cosas a su lado — desde acompañarlo en su eterno desconsuelo jugando a Alien Isolation hasta intentar echarle una mano mientras trata de arreglar su ordenador — y tomo la extraña decisión de gastar algunos de esos minutos aquí, tecleando a toda velocidad.

Con el pecho encogido, completamente absorta en una emoción que hacia tiempo que no sentía.


Porque, ¿alguna vez habéis mirado cara a cara al abandono?

Todo ha empezado como usualmente suelen comenzar nuestros viernes juntos; después de una siesta que no había planeado, mi chico y yo quisimos sacarle partido a las horas más frescas de la tarde para que nuestro cachorrito especial no sufriera la ola de calor que ahora mismo parece estar arrasando la península.

Aunque Ron nos ha demostrado en muchas ocasiones que no tenemos por qué tener ese tipo de concesiones con él, ya que pertenece a una raza que soporta bastante bien el calor, sigue siendo un cachorro de tres meses al que me gusta consentir en todas esas pequeñas cosas que pueda darle... Y, siendo sincera, a veces no puede aguantar la emoción que le produce la hora de sus paseos porque esa adrenalina que acumula durante el tiempo que está en casa puede estallar en forma de divertidas carreras o los juguetones ladridos que le lanza a otros perros, reclamando atención y mucha fiesta,

Pero hoy toda esa alegría desbordante de mi pequeño ángel a cuatro patas ha tenido que esperar porque un desalmado, hijo de la gran puta, ha tenido la fantástica idea de que dejar que un cachorro de apenas dos meses de vida saltara por la ventanilla de un coche en marcha a la jodida carretera que hay detrás de mi casa (dónde no se respetan, por norma general, las normas básicas de circulación) para poder dejar a ese bebé a merced de...

¿De qué? No puedo dejar de cuestionarme mientras miro esa foto que os he dejado ahí.

A ese pequeño que estaba bebiendo agua de los charcos que se forman bajo los troncos de los árboles y que arrastraba una cadena veinte veces más grande que él, a ese indefenso bebé que se ha comido el pienso para cachorros que le hemos ofrecido con unas ganas que no veía desde que mi Ron llegó a casa y a ese dulce que se ha quedado entre mis brazos todo el tiempo, hasta que lo hemos tenido que dejar en una jaula.

Lo hemos llamado Seifer — mejor dicho, mi novio me ha dado el honor de nombrar a su rescatado con el mismo nombre que quería usar yo para Ron porque pensó que le traería suerte, ya que significa victorioso, y sabemos que de una manera u otra acabará saboreando el premio tan dulce al que todos esos animales abandonados aspiran desde detrás de los barrotes de sus jaulas, las mallas metálicas de sus cheniles o la fría libertad que proporciona el abrigo de la calle...

Un lugar al que llamar hogar.

Dónde tenga una persona especial que se encargue de proporcionarle su millón de cariños diarios para recordarle que ahí es muy querido, que nadie planea tirarlo por la ventana porque no es un capricho sino un deseo hecho realidad que están dispuestos a asumir con todas sus consecuencias.

Alguien que invierta su tiempo en enseñarle con paciencia qué es lo que debe y no debe hacer, por qué no puede secuestrar la camiseta azul que siempre usa su dueño para dormir hasta su cesta cuando pasa un par de horas fuera de casa, y que premie todos y cada uno de sus avances con mucha alegría, con esas chuches que seguramente tanto le van a gustar y con sonrisas de puro orgullo.

Gente que le demuestre esa cara amable de nuestra especie que todavía desconoce.

Y a su verdugo quiero dedicarle unas cuantas palabras que seguramente caerán en saco roto, no sólo porque no las va a leer, sino porque aunque lo hiciera se quedaría dormido con la conciencia de lo más tranquila: eres un hijo de la grandísima puta, y te lo estoy diciendo con la boca llena pese a que insultar convierte en inválidos todos mis argumentos, pero no conozco palabras educadas para definir a un asesino de mierda como tú.

No te deseo la muerte porque sería un final demasiado rápido para un cabrón que ha querido hacer sufrir a su responsabilidad, a su mascota, así que me limito a pedir para un pedazo de basura como tú el mismo destino agónico, doloroso, que esos animales reciben en la carretera... Porque aquellos que no tienen la — ¡fíjate bien en lo que digo! — suerte de ser ejecutados instantáneamente bajo las ruedas de un coche acaban falleciendo, horas después, entre dolores terribles y seguramente desangrándose.

Hay algunos que sobreviven, pero rara vez corren la suerte de nuestro pequeño Seifer y acaban siendo obligados, por las circunstancias o por un hijo de puta como tú, a tener que aprender a caminar otra vez porque han perdido alguna de sus patitas o arrastrando cualquier otro tipo de problema del que , los inconscientes, poco humanos y cobardes como , no se harán cargo.

Así que espero ese castigo equivalente.

No creo que te queden ganas de abandonar a otro más en la carretera si te amputan las piernas.

Y si alguno de los que lee este blog conoce a una persona de Málaga o alrededores que esté dispuesta a adoptar a este pequeño pedazo de cielo, por favor, pronunciaos en la zona de comentarios porque, aunque tenemos la corazonada de que lo van a adoptar pronto, queremos ser partícipes de que ese proceso se acelere.




De verdad, que desahogo más grande.

8 comentarios:

  1. Claro que si!

    Ya veras como en nada estará todo solucionado y alguna familia de bien se pondrá en contacto con la protectora.

    Al fin y al cabo es solo un cachorro de 2 meses muy bonito y la verdad es que bastante extrovertido.

    Animo!

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    1. Espero de verdad que estés en lo cierto, pero es cuestión de preguntar cuando llevemos a Ron la próxima vez, ¿no? ^^

      Ya veremos qué pasa.

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  2. α∂мιяα∂σя sεcяεтσ16 de mayo de 2015, 5:35

    Quiero ir al Cielo, sólo para descubrir que todos lis ángeles son colo tú.


    Tu admirador.

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  3. Estoy segura de que ese animalito encontrará un hogar : ) como Ron tuvo la suerte de encontrarlo contigo y como otros muchos huérfanitos lo han conseguido.

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    1. Seguro que hay alguien esperando un Seifer; el problema es que todavía no lo sabe, pero créeme que cuando lo encuentre va a saber que es a quien ha estado buscando toda su vida :3

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  4. Super Sensational Shiro ©18 de mayo de 2015, 10:23

    No me entra en la cabeza cómo puede haber gente en el mundo que sea así o_o creo que nunca encontraré una explicación a esa gente que tira a un cachorro por la ventana y duerme tranquilo.

    Imbéciles, imbéciles por todos lados.

    S. S. S.

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    1. Ni a mí, cariño, pero así son las personas de este mundo :'3 ¿qué le vamos a hacer?

      Seifer tuvo suerte de que nosotros fuéramos los que le encontráramos, pero la verdad es que pudo haber pasado lo peor si no hubiéramos llegado a tiempo.

      O si no hubiéramos estado.

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